"Se incorporó, casi sin creer lo que escuchaba, pero esperando que sucediera, en aquel momento sintió nauseas y ganas de vomitar.
No era primera vez que sucedía, pero tenía la idea de que sería la última, a pesar de haber sentido lo mismo varias veces.
En aquel momento él hablaba, ella escuchaba lo mismo, lo mismo que tantas veces había replicado. No lograba entender el por qué, por qué de nuevo pasaba esto, siempre los mismos motivos, miraba incrédula el rostro del hombre que tanto amaba, sus labios, modulando aquellas frases tan repetitivas.
Recordaba el último tiempo juntos, la última semana, lo feliz que se había sentido con él, lo feliz, feliz. Ahora sentía impotencia, aquella impotencia que nos hace sentir miserables en algunos momentos de nuestras vidas, cuando vemos como frente a nuestros ojos se nos escabullen nuestras esperanzas, deseos y sueños. No era la primera vez que sentía esto, pero estaba segura que no quería volver a sentir esta sensación nuevamente alguna vez, en su mente, en su corazón.
Comenzó a hablar finalmente, las palabras le salían de forma desordenada, dijo todo lo que creía que ayudaría a resolver la situación, tratando de demostrar lo mucho que lo amaba, lo mucho que lo necesitaba. Hablaron durante varias horas, se desahogó, le contó varias cosas de su vida, esperando que así entendiera por qué ella tenía esa personalidad, el por qué le costaba tanto hablar de sí misma.
Llegado el momento se dio cuenta que todo sería en vano, sentía aquel vacío como pocas veces lo había sentido, la invadían unas ganas casi incontrolables de llorar, pero se dio cuenta que no necesitaba retenerlas, simplemente no fluían, se sentía seca, vacía, miserable.
Recordaba todo aquello en ese instante, aquellas escenas le escocían el alma, sabía que lo que haría no era lo correcto, con esto no solucionaría las cosas ni recuperaría al hombre que amaba, ¿que se sintiera culpable? Lo dudaba, solo sabía que no podía continuar su vida así, sintiendo que lo último que le quedaba de su amor se había extinguido cuando la dejó.
Su último pensamiento fue que él, nunca la volvería a amar."
Hace mucho de este texto, fue uno de los primeros que escribí, demasiado autorreferente para ser bueno, demasiado simple como para expresar aquellos sentimientos que nos embargan en los momentos en que somos despojados de nuestros deseos, anhelos y sueños.
Demasiado... quizás ese es el problema, siempre es demasiado poco o demasiado excesivo.
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Pese a lo autorrefente que pueda ser... no deja de parecerme, en lo personal, un deja-vú
Tal vez lo que hace interesante este relato es que tienen elementos que mas de algún lector ha vivido alguna vez.
Siempre es dificil expresar en palabras las ideas o sentimientos que estan en nuestras cabezas, por eso es tan facil caer en el exceso o en lo simple. El lenguaje es un medio de expresión limitado.
[Oscar] dijo...
21 de agosto de 2008, 10:24
Recuerdo a la perfección esta historia, así como muchas de las aquí escritas y como otras más que están guardadas aún...
Ésta en especial (junto con) son una de las que me han hecho presenciar hechos como toda una espectadora, siendo la realidad de un modo diferente.
Siempre entenderé a lo que llamas "simpleza para expresarnos", siempre se generará esa carencia, no sé si sea más que de palabras, o simplemente que por más palabras y frases que indiquen ciertas sensaciones y sentimientos de forma (casi) exacta, nunca nos bastarán para que el receptor sienta esa total embriaguez de dolor que uno como protagonista está experimentando.
Por eso quizás sea mejor dejar textos dolorosos en el baúl o simplemente dejarlas guardadas, pero no olvidadas (o quizás es mejor olvidarlas). Esas demasiado autorreferentes...
Pero finalmente, la esencia del escritor es esa muchas veces, la experiencia propia.
¿Qué nos dictará el futuro?
Escribe una historia...
Escribe y sigue escribiendo mi escritor.-
Unknown dijo...
22 de agosto de 2008, 20:53